martes, 28 de abril de 2015

28/04/2015 BH

No fue en una playa de arena blanca mirando el sol morir en el mar azul, calmo y eterno. No fue en el pico de una montaña sintiendo el viento en la cara y el pasto escurriéndose entre los dedos de los pies descalzos. Fue en el cemento gris y sucio. Entre el humo espeso. El zumbido triste de los híbridos auto-gente, corriendo atrás de las horas por veredas mustias. Entre las tribus en casas de cartón que estiran los brazos implorando una moneda. A la sombra de edificios que se elevan como espejos gigantes acariciando las nubes, reflejando el color apagado de las calles contra el vivo azul del cielo. Caminando entre zombies de ojos vacíos que fuman su alma por tubos de plástico, escondidos en oscuros rincones. Como si necesitara ese peso aplastándome. Exprimiéndome hasta la última gota. Como el mecanismo de defensa de un bicho extraño. Explotando. Como una bomba ante el impacto. Las palabras, como esquirlas cortando el aire. Vuelvo a escribir.

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