jueves, 9 de octubre de 2014

HOY

Te miraste las piernas y los codos, todos raspados. Te acordaste del sol de las siestas, del pasto, las veredas, los patios, las plantas y las piletas de lona. Te miraste las zapatillas llenas de tierra. ¿Que viniste a buscar? ¿Vas para adelante o para atrás? Si volves es para buscar algunas cosas que te olvidaste Después seguís para adelante. El sol te da en los ojos. Todo se enciende como un fuego, no ves nada, pero seguís caminando.

jueves, 29 de mayo de 2014

COLD DAY IN THE SUN

Fue un día de semana pasado el mediodía, yo había cocinado para el almuerzo una especie de guiso de arroz similar a los que cocinaba mi abuela. El día estaba un poco fresco pero el sol brillaba muy fuerte. Después de comer salimos a la calle y mientras caminaba la sensación del sol y el aire frío en la cara me recordaron directamente a mi infancia. No porque haya recordado algún hecho concreto de esa época, no era eso. Era un sentimiento, un sentimiento que había tenido en miles de tardes de invierno cuando era un niño. Una mezcla de los sabores del almuerzo, el aire frío, el sol cálido y la sensación de que había mucho por delante y de que nada de lo que estaba en el futuro era predecible, rutinario u obvio. Un sentimiento mezcla de esperanza y temor tan familiar y olvidado por tantos años, enterrado en lo profundo de la rutina y el tedio. Ahora renacido, en una vida sin horarios, sin certezas, en blanco, llena de esperanzas y temores.

sábado, 8 de marzo de 2014

REENCARNACIÓN

La reencarnación no necesita la muerte, se puede reencarnar varias veces en una vida, para que esto se de si bien no hay una muerte física tiene que existir otro tipo de muerte. La muerte de un concepto, de una idea, de una forma de pensar. Una persona puede ser muchas personas en una sola vida. Cada transición es difícil porque es difícil matar al yo anterior y también es difícil criar al nuevo. La reencarnación existe, no hace falta perder la vida.

sábado, 15 de febrero de 2014

EQUILIBRIO

Todo tiene dos partes, dos lados. Uno esta iluminado y el otro completamente oscuro, como una noche cerrada y fría. Cuando caminaste la mayoría de las veces por el lado que no tiene luz tus pupilas se acostumbran a la oscuridad y no querés ver ni un rayo de sol, no lo sentís algo tuyo, no te hace sentir cómodo. Tampoco sirve caminar siempre por el lado soleado, cuando mirás mucho tiempo directo al sol no podes ver otra cosa. El círculo rojo te queda grabado en la retina, crees ver su inmensidad y su calor en todo, como un espejismo borroso que no hace otra cosa que nublarte la vista. Creo que el secreto es caminar entre los dos, la mayoría elegimos un lado o el otro porque es más fácil dejarse caer que hacer equilibrio en el medio

domingo, 9 de febrero de 2014

IMPULSO

Escribo sin un rumbo concreto, sin que importe cuando ni como, sin saber para que. Sin pensar, por instinto, con desesperación. Antes de que el cerebro colapse y las palabras queden adentro sin poder ver la luz. Escribo como si se tratara de una inevitable función corporal, un malestar repentino que invade el cuerpo sorpresivamente y se impone sobre mis sentidos obligándome a despedir todo el montón de letras sobre el teclado. Después me quedo mirando con asco el monitor, el desorden de puntos y signos mal puestos, frases sin sentido ni lógica. Tratando de decidir como limpiar el desastre o como convertir el impulso animal en algo coherente.

jueves, 6 de febrero de 2014

TORMENTA

El rayo cayó a centímetros, en la terraza de al lado. El cielo fue completamente blanco por unos segundos y en el aire pudimos sentir la descarga eléctrica tan fuerte que nos erizo la piel. Nos podría haber caído a nosotros, dijeron, que inconscientes, dijeron. Podríamos habernos asustado, haber corrido dentro de la casa cuando empezó la tormenta. Pero nos quedamos ahí, hipnotizados por las nubes que se prendieron turquesa, como lámparas. Escuchamos el rayo, lo vimos y lo sentimos en la piel. No me arrepiento.

miércoles, 15 de enero de 2014

EL PARQUE

La primera vez que lo vio fue de casualidad, un accidente. Iba camino al trabajo y estaba llegando tarde. Para cortar camino dobló en la cortada y se interno de lleno en el parque. No es que no supiera que estaba ahí, había vivido en este barrio durante años, es solo que nunca le había interesado demasiado. Tampoco le causo gran impresión esta vez, sus pies pasaron del triste cemento a una amable alfombra verde y casi ni lo noto, solo caminaba y miraba el reloj. De a poco empezó caminar más lento, el río marrón brillaba a su derecha, hirviendo, dorándose bajo el implacable sol de la mañana. El sonido proveniente de los árboles, como inmensos parlantes emitiendo mil gritos ensamblándose en un canto ancestral, eterno, ajeno a el y a su mundo. Todo esto empezó a invadirlo, dejándolo en una especie de trance y moviendo lentamente las piernas atravesó el parque, con cada exhalación se llenaba de calma, de paz, estaba en blanco, solo existía ese momento, ese instante, ese recorrido. Apenas aterrizó en el asfalto todo se fue borrando lentamente ,desesperado busco el reloj... inexplicablemente ese atajo lo había atrasado 20 minutos, corrió las ultimas cuadras hasta la oficina. Ese día fue raro. Sentía que no podía concentrarse en nada. Cuando salió del trabajo estaba por oscurecer, empezó a caminar y casi sin pensarlo se encontró de nuevo entrando al parque. De ese paseo casi no recuerda nada, solo algunas escenas confusas: Sus zapatos negros gastados sobre el pasto húmedo (FLASH) sus manos rozando la corteza de los árboles (FLASH), la inmensidad negra del cielorío, interminable, tragándose las últimas horas del día (FLASH). La última imagen que vio fue la vereda gris y sucia pasándole por abajo de los pies, cuando levanto la vista estaba en su cuadra, casi frente a la puerta del edificio. Esa noche tuvo un sueño muy raro, hacía meses que no recordaba sus sueños, pero este estaba muy claro en su cabeza. Como proyectado en una pantalla de cine. Los revivió varias veces esa mañana, mientras sorbía una taza de café: Era como una película filmada cámara en mano por la ventanilla de un auto que avanzaba a gran velocidad. Un borrón de pasto, cielo, tierra y agua, como si un pintor pasara frenéticamente el pincel manchado con varios colores, sin piedad y con fuerza sobre la inocencia del lienzo blanco. Ese día salió de su casa a la misma hora de siempre pero no fue a trabajar. Ni ese día, ni al día siguiente, ni el próximo. Tampoco volvió a su departamento Algunos dicen que a veces lo ven en el parque, sentado en un banco o recostado bajo un árbol mirando el cielo. Con la mirada perdida, como hipnotizado, con una sonrisa dibujada en el rostro.

sábado, 11 de enero de 2014

LA OLA

Llegar a la ola es lo más difícil, hay que remar sin parar, contra la corriente, contra la voluntad de algo que no quiere ser alcanzado. Se cansan los brazos, se congelan las manos en el agua helada. Cuando la alcanzás lo más jodido es agarrarla como corresponde, pararse en el momento y el lugar justos, sino te puede tirar, revolcarte sin piedad contra el fondo, oscuro y afilado. No es lindo. Si la agarrás bien, te lleva. El viaje es uno de los mejores que vas a tener en tu vida. Te sentís libre. Vivo. Inmenso. Pero siempre tiene un fin, en un momento la ola que te lleva se detiene y te quedás solo, flotando en la corriente, sin nada que te empuje hacia adelante, o hacia atrás, solo vos mismo y tu voluntad de remar. Ese final es inevitable, no lo podés elegir, siempre es el mismo. Lo que si podés elegir es que sea sentado arriba de la tabla, seguro y tranquilo o saliendo desde el fondo desesperado a tomar aire, tosiendo, magullado y asustado. Eso va a depender siempre de como y por donde agarrás la ola.